lunes, 14 de septiembre de 2009

El mensaje

La habitación estaba ubicada en el sexto piso del edificio y era espaciosa, iluminada y tenía un ventanal grande que daba hacia la avenida. Cruzando ésta estaba el mar.
Ese día sábado Cristian se despertó inquieto así que para liberar tensiones fue al gimnasio del Mall de su ciudad donde se encontraba inscrito y allí trabajó con la rabia del mundo en cada ejercicio, intentando vaciar de su cuerpo cada porción de energía que pudiera mantenerlo en pie. Finalmente, después de 3 horas se marchó a su departamento, hecho bolsa pero vivo.
Su amargura era entendible, ese día ella se casaría y no con él precisamente. Seis años tirados a la basura pensó, luego se corrigió, los seis mejores años de su vida, enviados a la basura por una noche de calentura y borrachera.
Se sabía el itinerario de memoria para ese día y nadie se lo había dicho. 18:30 hrs, ceremonia ante el Oficial Civil. 20 horas, Ceremonia religiosa. 21:30, recepción en el Club de Yates. Su ex-cuñado, hermano de ella y aún amigo suyo, le dijo que si quería fuera a la Iglesia, pero que la fiesta era sólo con invitación y que allá no podría ingresar. Parece que, al menos el hermano, se había tragado el cuento de la indiferencia y de que estaba bien, que ya no le pasaba nada.
A las 3 de la tarde tomó una ducha larga, esperando que el agua caliente sumado al ejercicio del gimnasio le provocase sueño y así poder dormir, ojalá para sólo despertar el lunes.
Salió de la ducha y camino directo al closet a buscar un pantalón de buzo o pijama para acostarse. Al abrirlo lo primero que vió fueron sus ternos colgando, esperándolo, los miró un momento y sacó el primer buzo que pillo. En ese momento se preparó su primer whisky.
Dos horas mas tarde, el terno estaba encima de su cama, los zapatos estaba lustrados y ya tenía 4 whiskys en el cuerpo, mientras se paseaba por el cuarto cual primerizo afuera de la maternidad.
A las 17:30 horas respiró profundo y lamentó la media botella que se había tomado, así no podía ir a la Iglesia. Así no, siempre digno, recapacitó.
Cinco minutos mas tarde, cuando Cristian yacía en su cama medio adormilado por los tragos, escuchó el bip de su celular. Mensaje. Número desconocido. Tomó su equipo y al leer el mensaje su rostro se iluminó. Se incorporó de un brinco al borde de la cama y se tomó la cabeza con ambas manos, luego se paró, dió 2 pasos y luego retrocedió esos dos pasos para sentarse en la cama.
El mensaje decía: "El del altar deberías haber sido tú".
Cristián se vistió lo más rapido que pudo, cogió una chaqueta, las llaves del auto y salió casi corriendo del departamento. Al salir iba tarareando una canción de un tal Tito Fernández, "... me robo a la Rosa m...." o algo así.
Lamentablemente sabría muy tarde que había sido la mamá de la novia, y no precisamente la novia, la que le había enviado dicho mensaje. Sólo lo sabría cuando ella lo miró con el rostro desencajado de sorpresa y algo de miedo cuando él, parándose ante ella, le dijo :"Aquí estoy, mi amor".
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